El gran árbol

Una casa en el árbol, un territorio entre el suelo y las montañas. El sueño de dos niños que duró poco…

Por: Sebastián Estrada Tabares

Un domingo, como un día cualquiera, mi papá madrugó a hacer sus vueltas y ni mi hermano, ni yo sabíamos para dónde se había ido. Después de medio día, llegó a la casa con un montón de madera y herramientas. Nos dijo a mi hermano y a mí que saliéramos, que nos tenía una sorpresa. Ese día fue cuando empezamos a construir la casa en el árbol.

Primero que todo tuvimos que escoger el mejor árbol para hacerlo, en nuestros criterios de evaluación, teníamos tamaño, capacidad para escalar y residencia, después de analizar todos los árboles de la cuadra, y llegamos a la conclusión que la mejor opción seria, el árbol más grande y bonito que había en la “unidad”. Además por que estaba al frente de mi casa. 

Después de escogerlo empezamos con mi papá a mirar cual era la mejor opción de empezar a construir la casa, cabe aclarar que mi papá no es carpintero ni nada parecido. Él es ingeniero eléctrico, pero de alguna forma, todo lo manual le salía bien.

Ese fin de semana empezamos a poner el piso, pero cuando digo que empezamos, es que mi papá lo ponía mientras nosotros le pasábamos los materiales que necesitara. La construcción de esta casa se demoro más o menos 3 fines de semanas. Todos hacíamos parte de la construcción, e invitábamos a más amigos para que también se unieran. Cuando por fin estaba construida, mi hermano, un amigo y yo fuimos los primeros en subir, nos sentimos los reyes del mundo, no podíamos creer lo que estábamos viviendo, pues no era común ver una casa en el árbol en Sabaneta, incluso en Medellín, por que nunca antes habíamos visto una, solo en televisión.  

Al principio nadie nos bajaba de allá, y como nos manteníamos juntos allá arriba, decidimos convertirlo en nuestra guarida, y lo empezamos a marcar con nuestros nombres. Después de un tiempo, mi hermano empezó a llevar más personas y esas personas también ponían su nombre allí, algo que me molestaba por que se supone que nada más era de nosotros, pero el problema en realidad empezó cuando mas niños querían subirse y mientras nosotros estábamos arriba, obviamente la casa tenía una capacidad de peso limitada. Estos niños que rechazamos fueron a ponerle la queja a los papás y estos se fueron a pelear a mis papás en vez de arreglar las cosas por las buenas. Le metieron la culpa a la casa del árbol, argumentando que esa casa dañaba la estética de la “unidad”, sabiendo que en realidad no es una unidad y que además era muy peligroso para nosotros, sabiendo igual, que los hijos de ellos no se estaban montando, entonces no les afectaba.

Todas estas quejas empezaron al llevar un mes de construida la casa. Después de luchar por lo nuestro, perdimos la batalla y nos tocó desmontar la guarida. Pero mi papá no conforme, decido a hacernos un “cambuche” en el suelo, algo escondido y que no molestara a nadie para que nosotros pudiéramos disfrutar. Este conflicto termino en odio y repudio hacia ciertos vecinos, no tanto a los niños, por que igual seguíamos siendo amigos, sino contra sus papás y todo lo relacionado con ellos.



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