Por: Miguel Ángel Betacur.
Luego de una tragedia en la que fue murió ahogado uno de mis mejores amigos en el mar de Ecuador, debía reconciliarme con el gran azul, un apreciado amigo me recomendó ir a San Francisco describiéndolo como un paraíso. Desde el momento que llegue supe que iba a ser un lugar mágico. He visto todo tipo de fauna marina y terrestre, como capuchinos, basiliscos, aulladores, serpientes, arañas gigantes, perezosos, tortugas marinas gigantes, manatíes, barracudas, tucanes y muchos más además de los arboles mas grandes que jamás haya visto, ceibas de más de 600 años. Esta re conexión permitió volver a respirar sin dolor.
Luego de darme una oportunidad con el mar me dí cuenta que este lugar no solo albergaba un paraíso natural sin igual, si no que había muchas personas buscando lo mismo, reconciliación con la propia vida, permitiendo así sanar mucho más profundo y reencontrarme con mi niño interior, para permitirme volver a la paz que tanto anhelamos luego de tener conciencia del entorno disociativo de la sociedad y la vida en la ciudad.
Es por eso que la búsqueda se basa en reintepretar las historias de las personas en San Francisco, ya que tienen la oportunidad de estar conectadas directamente con los secretos del mar y el océano, y esto les permite tener mucha más sensatez.