La vida pasa en Pinares

Como es de importante la finca de los abuelos en el desarrollo de una familia y como ese lugar permite los mejores encuentros familiares, llevando así al desarrollo de un amor puro por cada integrante de la familia.

Por: Daniel Martínez Giraldo

Día cualquiera de 1998, primera vez que Daniel baja a la finca Pinares. Acto seguido su madre lo entrega en brazos a sus abuelos, donde cada uno lo mira con ternura y se ríen de su sonrisa. Los abuelos Maruja Santa y Hermógenes Giraldo, están orgullosos de tener un miembro más, que va a prolongar la existencia de la familia. 

Pasan los años, y Daniel es enviado a la finca a la edad de 2 años. Es cuidado por sus abuelos, mientras su mamá trabaja en el colegio del pueblo. La rutina era simple desde que despertaba, era cuidado por sus abuelos hasta las 12:00 del medio día, que era la hora que lo enviaban para el hogar donde estaba hasta las 4:00 p.m. y volvía a la finca donde sus abuelos.

A medida que pasaba el tiempo, Daniel buscaba estar más tiempo con su abuelo, conocer mejor el trabajo del campo y acompañarlo en cada labor campesina. Para Daniel el hecho de estar en la finca era un hecho mágico, pues la finca de sus abuelos podría ser todo lo que él imaginaba. Sencillamente no paraba de imaginarse todo un mundo allí. Llegó la entrada a la primaria, y Daniel no era capaz de estar enfocado en sus clases sabiendo que había dejado su paraíso terrenal. Siempre deseaba acabar clasela jornada estudiantil para volver a la finca, donde estarían sus abuelos, pero a medida que crecía Daniel, su abuela se complicaba y tiene que ser llevada a Medellín, para poder ser cuidada por alguien todo el tiempo. 

Ahora el niño tenía a su abuelo y tendría que aprovecharlo mucho más, pues Maruja Santa no volvería a la finca Pinares muy seguido. 

10 de Mayo del 2007

Daniel de 9 años recibe la noticia más fuerte de su vida. Su abuela acaba de morir en casa de una tía suya a la edad de 87 años, por un infarto fulminante. Daniel no asimila su muerte y llora por dos días. Para la edad que tenía ya sabía lo mucho que tendría que valorar la vida de Hermógenes, el viejo abuelo.

Aquel día Daniel, abrazó a su abuelo e hizo una promesa a sí mismo: “honrar la vida de su abuelo siempre. Estuviera vivo a muerto, siempre estaría ahí para él”. 

Noviembre del 2008

Daniel tiene miedo de acabar la primaria. Debe seguir estudiando en el colegio del pueblo y esto le significa alearse de la finca y de su abuelo. Lo mismo sucedería con el bachillerato. Pero aún así, siempre lo tenía presente en el corazón y cada espacio que tenía libre, era destinado a visitar la finca de su abuelo. Según pasaba el tiempo Hermógenes sufría más de su cadera, hasta el punto que le tuvieron que realizar una operación para reemplazar uno de sus huesos con una platina de titanio.

Hermógenes debe ausentarse de Pinares por seis meses, tal vez los meses más aburridos de su vida. Le hacía falta su campo, su ley, su lugar de vida. Encerrado en un casa de la ciudad, la finca quedó a cargo de sus hijas.

Pasados los seis meses, Hermógenes regresa. Sus perros lo esperan con felicidad, Daniel alegre baja a la finca a esperar su recibimiento, pues el patrón ha llegado y esta vez Hermógenes afirma querer morir en su finca, no soporta más pasar el tiempo en Medellín.

Hermógenes se siente como nuevo. Camina por toda la finca con su prótesis, acaricia los perros, cuida sus vacas. Ama tocar y admirar el verde del llano, para él es volver a la vida. Daniel por su parte está feliz de ver a su sangre mayor disfrutar de todo lo que le había enseñado por años. Pronto llegan los años más turbios.

Daniel no sólo se alejaba de la finca, se alejaba de su pueblo. Comienza la universidad y se va del espacio familiar, el último nieto que se crió con Hermógenes Giraldo. En la mente de Daniel siempre quedaba la promesa que le hizo a su abuelo. Y el viejo, siempre preguntaba por él: “Judith ¿Cómo está el niño?” o “¿Daniel cuando sale a vacaciones para que se venga para la finca todos esos dos meses?”.

Vacaciones de diciembre del 2015

Un bello regreso del hijo prodigo. La primera persona que saluda en la finca es su abuelo. Un abrazo largo y sentido. Las lágrimas no se hacen esperar de parte de Hermógenes, para él es todo un canto de victoria. Para Daniel es volver a estar con su maestro, ahora vivirá una Navidad para compartir con toda la familia. Desde que Daniel tiene memoria, se ha celebrado la Navidad en la finca, siempre toda la descendencia de Hermógenes y de Maruja, se reúnen para festejar la vida y la familia. 

Para Hermógenes son las fechas más esperadas. Ama cada Navidad y cada encuentro, lo llenaba de emoción, sin embargo, a partir del año 2015, su salud comenzaba a  quebrantarse.

24 de diciembre del 2016

El abuelo de Daniel tiene que pasar el 24 de diciembre en el hospital al cuidado de sus hijas, mientras el resto de la familia está reunida en la finca, pidiendo por su salud y añorando poder tenerlo para celebrar un año más. 

Diciembre de 2017

Daniel pasa la navidad con un pie enyesado. Su abuelo está postrado en la cama. Solo se levanta unas 3 horas diarias a sentarse en el corredor y a hablar con alguna de sus hijas o sus nietos. 

20 de diciembre 2018

Hermógenes lleva varios días mal de salud. Daniel por lo general visita las novenas cercanas, llevando un detalle a los niños que celebran con tanto fervor las fechas navideñas. Daniel visita 3 veredas para entregar los regalos: Guamal, Potrerito y Piedra Gorda, esta última es la vereda donde vive su abuelo, en el municipio de San Vicente Ferrer, Antioquia.

Hecho el recorrido por las dos primares veredas, llega a Piedra Gorda a las 6:30 p.m. y va a iniciarse la misa. En el momento en que se realiza la novena, y Daniel está dispuesto a entregar los aguinaldos, el sacerdote anuncia oraciones e intenciones por el descanso de José Hermógenes Giraldo. Daniel suelta los regalos y le dice a sus amigos que su abuelo acaba de morir. Camina 5 minutos en total oscuridad hasta llegar a la finca. Daniel llega a la finca y le pregunta a su madre: “¿Y papito?”. Ella con la voz entrecortada le responde: “Ya se fue, hijo”. No dice más palabras, solo agacha la cabeza y sabe que se acaba de ir su último abuelo. No se durmió aquella noche, se preparó el entierro, nueve días de novenas, y ese 24 de diciembre fue una reunión familiar en honor a los abuelos fallecidos.

31 de diciembre 2018

Cementerio municipal de San Vicente Ferrer. Daniel carga las cenizas de su abuelo, mientras las entrega al sepulturero y allí queda para siempre. Hermógenes Giraldo, Número 491.

Esta historia se narra desde estos contenidos digitales:

Cuéntanos tu historia. Revela tu Universum Habitado